En un período en que la producción vinícola en Argentina era un noble arte en las primeras décadas del siglo XX, este vino blanco, un Semillón elaborado en 1923 en la región de Mendoza, es un testimonio silencioso de la pasión y el legado de aquellos pioneros vinicultores.
El enólogo Gerardo Michelini, en 2015, tuvo la fortuna de descubrir esta reliquia vinícola de manera casi milagrosa. Hugo Manoni, dueño de una finca en Tupungato, Mendoza, y tercera generación de viticultores, le reveló la existencia de una antigua barrica de madera de castaño en su hogar, que contenía un Semillón elaborado por su abuelo. La curiosidad de Michelini lo llevó a probar este vino que había permanecido en reposo durante décadas. El proceso de extracción de este preciado líquido fue minucioso y cuidadoso, permitiendo a Gerardo experimentar una emoción única al degustar un vino que había estado en barrica por tanto tiempo.
A partir de ese momento, el deseo de Gerardo por embotellar este vino histórico tomó forma. Así, en colaboración con su familia de viticultores, se dedicaron a trasvasar 40 litros del contenido de la barrica a pequeñas botellas de 350 mililitros, que ahora son codiciados objetos de colección. El vino recibió el nombre «A merced del tiempo» en reconocimiento a su larga y silenciosa espera en la barrica. Calculando que el abuelo de Hugo Manoni lo había elaborado en 1923, este vino centenario no solo representa una exquisitez vinícola, sino también una ventana al pasado.
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Aunque el vino «A merced del tiempo» no está a la venta y solo unos pocos afortunados han tenido el privilegio de degustarlo, su historia se ha difundido, atrayendo la atención de expertos y amantes del vino por igual. Martín Buonsante, sommelier y propietario de la vinoteca Ozono Drinks, describió la experiencia de probar este vino como beber historia en una copa, una oportunidad única para conectarse con las prácticas vinícolas de hace un siglo.
La historia de este vino centenario resalta la trascendencia del vino no solo como una bebida, sino como un vínculo con la herencia y la cultura de una región. Aunque su precio actual es incalculable y su disponibilidad limitada, su existencia reafirma la importancia de preservar y celebrar el legado vinícola que se ha forjado a lo largo de generaciones en Argentina.
FUENTE: Clarín