Facundo Triay, un joven de 28 años originario de Puerto Deseado, Santa Cruz, emigró a Groenlandia hace un año, tras recibir una oferta laboral de una empresa pesquera que le paga seis veces más de lo que ganaba en Argentina. Hoy, vive en la isla más grande, fría y deshabitada del mundo, donde no hay árboles ni rutas y la yerba se vende en las farmacias.
En su ciudad natal, Facundo trabajaba en el sector pesquero desde los 24 años, revisando mariscos y controlando la calidad del pescado en una empresa local. Su padre, trabajador en el mar, le enseñó que la pesca es más que un oficio: es una forma de vida. Tras tres años de experiencia, un empresario japonés le ofreció una oportunidad única en Groenlandia, un lugar al que nunca imaginó que llegaría.
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Groenlandia es conocida por su clima extremo: temperaturas que descienden hasta los -50°C en invierno y que suben a 10°C en verano. El sol nunca se pone durante meses en el norte en verano, y en invierno, la oscuridad domina gran parte del día. A pesar de las adversidades, Facundo y dos amigos emigraron seducidos por un salario atractivo y la oportunidad de mejorar su calidad de vida.
El trabajo en Groenlandia les ofrece un salario promedio de tres mil dólares netos al mes, con descuentos para cubrir salud y educación. A pesar de los impuestos, el estilo de vida es muy diferente al de Puerto Deseado. «En menos de una semana de trabajo pude comprarme una PlayStation 5», relató Facundo.
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El cambio cultural y climático fue drástico. En su primer día, Facundo vio todo blanco, una sensación de estar en un lugar completamente diferente. La vida en Groenlandia ha sido una adaptación constante, pero el salario y las condiciones laborales son un incentivo constante para continuar en el lugar.
Fuente: Infobae.