Investigadores descubrieron que ciertas neuronas del cerebro activan un “segundo estómago” tras las comidas abundantes, motivando el deseo de azúcar. La respuesta es evolutiva, social y neurológica.
MIRÁ TAMBIÉN | Nocturismo: la nueva forma de viajar que conquista a los aventureros
Aunque hayamos terminado un almuerzo o una cena abundante y nuestro estómago esté completamente lleno, el impulso por comer algo dulce se impone. Este fenómeno, que suele atribuirse a la “falta de voluntad”, tiene en realidad una explicación científica: el denominado “estómago del postre” se origina en el cerebro.
Así lo explicó la doctora Marina Idalia Rojo, investigadora del grupo de Endocrinología, Diabetes y Nutrición del Instituto de Investigación Sant Pau de Barcelona, quien sostuvo que “aunque el estómago esté satisfecho, el cerebro puede seguir deseando sabores dulces”. Esto se debe a que el azúcar activa rutas cerebrales de recompensa que no se apagan con la saciedad física.
El Instituto Max Planck de Alemania descubrió que las neuronas POMC, tradicionalmente asociadas a la saciedad, también pueden aumentar el deseo de azúcar al estimular el tálamo paraventricular, una región del cerebro que regula el placer. Según Rojo, estas neuronas utilizan compuestos similares a las betaendorfinas, opioides naturales del cuerpo, para intensificar el deseo de algo dulce luego de comer.
MIRÁ TAMBIÉN | «Stranger Things» tendrá una serie animada en Netflix
Desde una perspectiva evolutiva, este impulso por los dulces tuvo sentido. “En tiempos de escasez, los alimentos azucarados ofrecían energía rápida y valiosa. Por eso el cerebro desarrolló una preferencia especial por ellos, incluso si no son necesarios en el momento”, detalló la especialista.
Además del aspecto biológico, estudios como el de la Universidad de Gettysburg en Pensilvania señalan que quienes disfrutan de los dulces tienden a ser más amables y sociables. Esta hipótesis se vincula con otra teoría, promovida por la Universidad de Harvard, que sugiere que compartir alimentos dulces fortaleció la cohesión social en los grupos humanos primitivos.
Sin embargo, el conocimiento de este “estómago cerebral” no implica rendirse ante el carrito de postres. Según los expertos, es posible redirigir ese deseo hacia opciones más saludables, como frutas, que ofrecen dulzor natural junto con fibra y nutrientes esenciales.
Fuente: TN
Foto: Archivo