El gobierno saliente de Islandia aprobó permisos para cazar ballenas durante los próximos cinco años, desatando la indignación de grupos ambientalistas y defensores del bienestar animal.
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Islandia, uno de los tres países que aún permite la caza comercial de ballenas junto con Japón y Noruega, otorgó permisos para capturar 209 rorcuales de aleta y 217 rorcuales minke anualmente entre junio y septiembre. Esta decisión llega tras un intenso debate sobre la ética y sostenibilidad de esta práctica, especialmente luego de que investigaciones en 2023 revelaran que los métodos utilizados no cumplían con estándares de bienestar animal.
La decisión de renovar los permisos ocurre en un contexto de tensión política, ya que el gobierno saliente del Partido de la Independencia tomó esta medida días antes de ser reemplazado por la Alianza Socialdemócrata de centroizquierda. Grupos como el Fondo Internacional para el Bienestar Animal calificaron la decisión de «controvertida y apresurada», acusando al gobierno interino de ceder a los intereses de la industria ballenera.
La caza de ballenas en Islandia había sido suspendida por dos meses en 2023 debido a un informe gubernamental que expuso el sufrimiento prolongado de los animales causado por arpones explosivos. Aunque la temporada se retomó brevemente, solo se cazaron 24 ballenas de aleta, lejos de la cuota permitida de 209.
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El gobierno islandés justificó la medida afirmando que los límites de captura se establecieron siguiendo un asesoramiento basado en sostenibilidad, proporcionado por la Agencia Noruega de Pesca. Según el aviso oficial, estos permisos garantizan «cierta previsibilidad» para la industria, que depende del único barco ballenero activo, el Hvalur.
Organizaciones ecologistas y defensores de los derechos de los animales argumentan que esta práctica es insostenible y perjudica tanto a los ecosistemas marinos como a la reputación internacional de Islandia. Además, señalan que la demanda de productos derivados de las ballenas, como carne y grasa, ha disminuido drásticamente en los últimos años.
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La Asociación Ecologista de Islandia calificó los nuevos permisos como una violación de «los intereses del clima, la naturaleza y el bienestar animal», subrayando que la decisión refleja la influencia de un pequeño grupo de balleneros sobre el gobierno saliente.
Con un nuevo gobierno en camino, se espera que la Alianza Socialdemócrata, que ganó las elecciones anticipadas, revise la política de caza de ballenas. La presión internacional y los cuestionamientos éticos podrían llevar a un cambio en la postura de Islandia hacia esta práctica ancestral, cuya continuidad parece cada vez más insostenible.
Fuente y foto: BBC