Gracias a la sonda Juno, la NASA confirmó que ocho ciclones masivos giran alrededor del polo norte de Júpiter, mientras Ío, su luna volcánica, actúa como un radiador natural que libera calor al espacio.
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Un hallazgo reciente de la NASA dejó en evidencia la magnitud de los fenómenos atmosféricos que ocurren en Júpiter, el planeta más grande del Sistema Solar. Científicos que trabajan con los datos de la sonda Juno confirmaron que en el polo norte del planeta se desarrolla una especie de danza ciclónica: ocho ciclones gigantes, cada uno más grande que Australia, giran de forma sincronizada con vientos que superan los 160 km/h.
Estos ciclones se desplazan lentamente en el sentido de las agujas del reloj, chocando y balanceándose entre sí de forma continua. “La interacción ciclónica no solo estabiliza la configuración general de los ciclones en Júpiter, sino que también los hace oscilar, provocando su lenta deriva hacia el oeste”, explicó Yohai Caspi, del Instituto Weizmann de Ciencias de Israel y parte del equipo de investigación de la misión Juno.
El estudio no se limitó a la atmósfera del planeta. Los investigadores también analizaron a Ío, una de las 95 lunas de Júpiter y el objeto con mayor actividad volcánica del Sistema Solar. Mediante el uso del Radiómetro de Microondas (MWR) y el JIRAM, descubrieron que el 10% de la superficie de Ío está cubierta por lava, que fluye lentamente desde el interior.
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“Los volcanes, las llanuras de lava y los flujos subterráneos de Ío actúan como un radiador de coche”, explicó Shannon Brown, científica del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA. Estos mecanismos permiten que la luna libere el calor interno al espacio, un proceso clave para su equilibrio térmico.
Lanzada en 2011 y activa desde su arribo a Júpiter en 2016, Juno es la primera misión capaz de observar el interior del gigante gaseoso debajo de sus densas nubes. Su objetivo es revelar los secretos sobre el origen y evolución de Júpiter y de los planetas gigantes en general.
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Con un diámetro 11 veces mayor que el de la Tierra y una masa 318 veces más grande, Júpiter continúa asombrando a los astrónomos. Su inmenso campo magnético, sus bandas de nubes multicolores y su sistema de vientos extremos lo convierten en un laboratorio natural para la ciencia planetaria.
Cada órbita de la misión Juno ofrece nuevos datos que permiten avanzar en el conocimiento sobre la estructura interna, los campos gravitacionales, la composición atmosférica y las interacciones lunares del planeta, incluyendo su peculiar sistema ciclónico en los polos.
Fuente: Ámbito Financiero
Foto: Archivo