Con producción bajo demanda, venta 100% online y una fuerte apuesta por la personalización, la impresión digital de remeras redefine la industria textil y abre nuevas oportunidades para emprendedores.
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La moda está viviendo una transformación silenciosa pero poderosa, impulsada por la tecnología y las nuevas generaciones. La impresión digital textil, especialmente en remeras personalizadas, se posiciona como una de las tendencias más disruptivas del sector, gracias a su capacidad para adaptarse a la velocidad del consumo y al auge del e-commerce. Según un informe de Mordor Intelligence, este mercado alcanzará los 6.840 millones de dólares en 2025 y llegará a los 11.930 millones en 2030, con un crecimiento sostenido liderado por la Generación Z.
El atractivo de este modelo radica en su flexibilidad. Hoy es posible lanzar una marca de ropa sin contar con tienda física, sin fábrica propia ni inventario. La producción a demanda permite tiradas cortas y personalización total, con un enfoque directo en la identidad del consumidor. “La impresión digital está marcando la diferencia porque permite producir sin sacrificar calidad ni velocidad”, afirma Jaume Carrera, Gerente de Roland DGA, una empresa líder en soluciones de impresión.
Tecnologías como el DTF (Direct to Film) han elevado los estándares de calidad, permitiendo diseños complejos sobre remeras, gorras, bolsos y zapatillas. La posibilidad de responder en tiempo real a las tendencias, reducir desperdicios y minimizar el impacto ambiental coloca a esta tecnología como un pilar de la moda sostenible y personalizada.
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El comercio electrónico, por su parte, complementa este nuevo paradigma: plataformas integradas de venta, impresión y logística permiten gestionar todo el proceso de forma digital, con costos mínimos y alcance global. Para diseñadores independientes y emprendedores, esto significa poder escalar un negocio desde cero, con control total sobre la experiencia de marca y actualizaciones constantes según temporadas o movimientos culturales.
Pero el impacto va más allá de lo operativo. Esta revolución responde a una demanda de fondo: las nuevas generaciones no solo compran ropa, compran significado. Según McKinsey & Company, el 71% de los consumidores espera experiencias personalizadas, y un 70% considera que es un mínimo indispensable. La ropa, así, se convierte en una declaración personal y la personalización en un diferenciador clave.
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Además de la conexión emocional, este enfoque contribuye a objetivos ecológicos urgentes. La producción bajo demanda reduce la sobreoferta, el uso de recursos y el desperdicio textil, alineándose con una economía circular más consciente y eficiente.
“La impresión digital es mucho más que una herramienta: es el puente entre la creatividad y el mercado global”, concluye Carrera. En un escenario donde el consumidor exige autenticidad, inmediatez y responsabilidad, el futuro de la moda ya no se viste en masa, se imprime bajo demanda.
Fuente: MDZ
Foto: LM Neuquen