El reloj biológico, también conocido como ritmos circadianos, es un complejo sistema que sincroniza las respuestas del cuerpo humano al paso del tiempo. Compuesto por aproximadamente veinte mil neuronas en el hipotálamo, esta «marcapasos maestro» coordina funciones inconscientes como la respiración y la presión arterial.
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Según un artículo publicado por Texas A&M University, este sofisticado mecanismo no solo está presente en los humanos, sino en todos los vertebrados, así como en plantas, hongos y bacterias.
Las señales del hipotálamo se envían a diferentes regiones del cerebro que responden a la luz, incluida la glándula pineal. En respuesta a la luz, la glándula pineal suspende la producción de melatonina, la hormona que provoca la somnolencia. Al caer la noche, los niveles de melatonina aumentan, lo que induce el sueño.
La cronobiología, el estudio de los ritmos biológicos, demostró cómo el ciclo día-noche afecta al cuerpo humano. Los ritmos circadianos regulan los ciclos de sueño-vigilia y las fluctuaciones en la presión sanguínea y la temperatura corporal. Además, el sistema endocrino se sincroniza con los ciclos de luz y oscuridad para liberar ciertas hormonas en momentos específicos del día.
Estos ritmos desempeñan un papel determinante en la salud y el bienestar, regulando cambios físicos, mentales y comportamentales en ciclos de 24 horas en respuesta a señales ambientales como la luz y la comida. Las personas con mutaciones en sus genes del reloj biológico exhiben patrones de sueño anormales.
La desalineación crónica entre el ritmo circadiano y las señales externas puede llevar a trastornos físicos y mentales, desde obesidad y diabetes tipo 2 hasta cáncer y enfermedades cardiovasculares.
El reloj biológico también influye en el metabolismo. La melatonina, producida en respuesta a la oscuridad, es un claro ejemplo. Los médicos recomiendan reducir la exposición a la luz azul artificial antes de dormir para no interrumpir la secreción de melatonina y mejorar la calidad del sueño.
Además, la hora del día en la que se toma un medicamento puede impactar su efectividad y la severidad de sus efectos secundarios. La investigación sugiere que la alimentación restringida por tiempo podría prevenir la obesidad y enfermedades metabólicas.
El momento del día también afecta los beneficios del ejercicio físico. Un estudio en ratones reveló que el ejercicio temprano en la mañana reduce más los niveles de glucosa en sangre que el ejercicio en la noche. Sin embargo, el ejercicio nocturno permite beneficiarse de la energía almacenada de las comidas y aumenta la resistencia. Estos hallazgos podrían ayudar a optimizar el ejercicio según la hora del día para alcanzar objetivos de salud específicos.
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Por lo tanto, sincronizar nuestros comportamientos con nuestro reloj biológico puede mejorar significativamente nuestra salud. Existen formas probadas de hacerlo, como la exposición regular a la luz solar para producir vitamina D, mantenerse activos durante el día y evitar la cafeína y la luz artificial antes de dormir.
Fuente: Infobae.
Foto: Meteored.
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