En su libro I Heard There Was a Secret Chord: Music as Medicine, el neurocientífico Daniel Levitin explora cómo la música puede ser una herramienta revolucionaria en el tratamiento de enfermedades como la depresión y el Alzheimer.
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La música, ese poder intangible capaz de evocar recuerdos y mover nuestro cuerpo al ritmo de sus melodías, ha sido parte esencial de la experiencia humana desde tiempos inmemoriales. Sin embargo, el neurocientífico Daniel Levitin lleva este concepto un paso más allá al demostrar, a través de su obra I Heard There Was a Secret Chord: Music as Medicine, cómo la música puede ser utilizada como un recurso terapéutico en el tratamiento de diversas enfermedades, incluyendo la depresión, el Alzheimer y los trastornos del movimiento.
Levitin sostiene que, aunque la música ha sido reconocida por muchas culturas como una forma de sanación desde la antigüedad, solo recientemente la ciencia ha comenzado a comprender y medir sus efectos en el cerebro. Avances en neuroimagen, combinados con estudios científicos basados en la teoría musical, han proporcionado evidencia concluyente de que la música activa áreas específicas del cerebro, tanto relacionadas con la audición como con el movimiento.
Uno de los hallazgos más fascinantes de los estudios de Levitin es que escuchar música activa el sistema motor del cerebro, incluso en ausencia de movimiento físico. Las áreas encargadas de planificar los movimientos se activan al escuchar ciertas melodías, lo que sugiere que la música podría jugar un papel crucial en la rehabilitación de pacientes con dificultades motoras. Este fenómeno se ha observado en estudios dirigidos por Levitin, quienes han demostrado que la música no solo estimula la memoria, sino que también puede aliviar los síntomas de enfermedades como el Parkinson, proporcionando una herramienta terapéutica adicional para quienes padecen trastornos del movimiento.
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La música, según Levitin, no solo tiene el poder de influir en el estado emocional de una persona, sino también de modificar aspectos fisiológicos fundamentales del cerebro. Este potencial podría hacer de la música un tratamiento complementario o incluso una alternativa a la medicina convencional, abriendo nuevas puertas en el tratamiento de diversas condiciones neurológicas y psicológicas.
Levitin también argumenta que, si bien los beneficios de la música no son una novedad en las culturas que han practicado la sanación a través de sonidos y ritmos, el estudio y la aplicación científica de la música en la medicina es una de las revoluciones más prometedoras del siglo XXI. Con un mayor entendimiento de su impacto en el cerebro, la música podría convertirse en una herramienta poderosa y accesible para tratar una variedad de condiciones de salud mental y física.
Fuente: Diario Hoy
Foto: Scherzo