Foto: Ilustrativa (Infobae).
La captación sensorial de este felino es un intrigante compendio de adaptaciones biológicas diseñadas para la caza y la supervivencia.
Los gatos tienen un sistema sensorial excepcional que les ayuda a entender y adaptarse a su entorno, un aspecto fundamental para su supervivencia. Sus cinco sentidos -vista, oído, olfato, tacto y gusto- trabajan en conjunto, proporcionando una percepción precisa del mundo que los rodea.
La visión de los gatos está adaptada para operar en condiciones de poca luz, reflejando su comportamiento de cazadores crepusculares. Con ojos grandes y una córnea redondeada, pueden captar más luz que los humanos. Sus pupilas verticales se ajustan drásticamente, dilatándose hasta 300 veces en la oscuridad, lo que les permite ver mejor en la penumbra, aunque su agudeza visual y percepción de colores son limitadas.
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El oído de los gatos es extremadamente sensible, capaz de detectar sonidos en un rango que va de 48 Hz a 85 kHz, mucho más amplio que el del ser humano. Sus orejas, controladas por 32 músculos, pueden girar de forma independiente para localizar sonidos con gran precisión. Esto les permite escuchar incluso los ultrasónicos emitidos por sus presas, convirtiéndolos en cazadores altamente eficientes.
El olfato es el sentido más desarrollado en los gatos, con hasta 200 millones de receptores olfativos, lo que les permite detectar olores 14 veces más intensamente que los humanos. Además, poseen un órgano de Jacobson en el techo de la boca que les ayuda a captar feromonas y señales químicas. Este órgano les permite tener una comprensión más profunda de su entorno, influyendo en su comportamiento social y alimentario.
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El sentido del tacto en los gatos es altamente sofisticado, centrado en las vibrisas o bigotes, que están conectados a terminaciones nerviosas. Estas estructuras les permiten detectar cambios sutiles en el entorno, ayudándoles a moverse con confianza incluso en la oscuridad. Los gatos son muy sensibles al tacto en general, lo que les permite reaccionar rápidamente a estímulos externos.
El gusto de los gatos es menos desarrollado que el de los humanos, con solo 473 papilas gustativas. Carecen del receptor necesario para percibir sabores dulces, pero son sensibles a los sabores amargos y ácidos, lo que les ayuda a evitar alimentos peligrosos. Su limitado sentido del gusto se compensa con su poderoso sentido del olfato, que juega un papel clave en sus preferencias alimentarias.
Fuente: Infobae.