Cuatro estudios publicados en Brain Medicine revelan que los alimentos ultraprocesados contienen microplásticos que se acumulan en el cerebro y podrían estar alterando la salud mental global.
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Una cucharada de microplásticos en el cerebro humano: esa es la alarmante imagen que acompaña la última edición de la revista científica Brain Medicine, dedicada a una serie de estudios que proponen un inquietante vínculo entre la salud mental y los alimentos ultraprocesados.
Los cuatro trabajos —dos artículos de opinión, una investigación y un editorial— advierten que las micropartículas plásticas, presentes en grandes cantidades en productos ultraprocesados, pueden atravesar la barrera hematoencefálica y acumularse en el cerebro. Esta acumulación estaría relacionada con un mayor riesgo de depresión, ansiedad, problemas de sueño y demencia.
“Los alimentos ultraprocesados representan más del 50 % de la dieta en países como Estados Unidos y contienen hasta 30 veces más microplásticos que los alimentos naturales”, señaló Nicholas Fabiano, investigador de la Universidad de Ottawa. “Estos plásticos pueden infiltrarse en el cerebro y alterar funciones clave”, añadió.
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Las hipótesis se sustentan en estudios previos que relacionan el consumo de ultraprocesados con un aumento del 22 % en la probabilidad de depresión y un 48 % en ansiedad. Además, investigaciones publicadas recientemente en Nature Medicine detectaron concentraciones cerebrales de microplásticos significativamente más altas en pacientes con demencia.
Según el científico Wolfgang Marx, de la Universidad Deakin, los microplásticos pueden actuar sobre el cerebro de manera similar a los ultraprocesados: promoviendo inflamación, estrés oxidativo y alteraciones en los neurotransmisores, todos factores implicados en trastornos psiquiátricos.
Frente a este panorama, un estudio liderado por el profesor Stefan Bornstein (Universidad de Dresde) plantea una solución experimental: la aféresis terapéutica, un procedimiento que filtra la sangre fuera del cuerpo y que podría ser una vía para remover microplásticos del organismo.
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En el editorial que acompaña la publicación, la psiquiatra Ma-Li Wong advierte que el problema va más allá de la ciencia. “Si una cucharada de plástico llega a nuestro cerebro, ¿qué otra frontera biológica hemos dejado de proteger?”, cuestiona.
Aunque los autores subrayan que se necesita más investigación para establecer relaciones causales, todos coinciden en que los hallazgos justifican una acción urgente: reducir el consumo de ultraprocesados y avanzar en el desarrollo de tecnologías para detectar y eliminar microplásticos del cuerpo humano.
Fuente y foto: DW