Tras la derrota electoral de su coalición, Marcel Ciolacu dimitió como primer ministro. El país vive una aguda crisis política marcada por el avance de la ultraderecha y el rechazo al establishment.
El primer ministro de Rumania, Marcel Ciolacu, presentó su renuncia este lunes luego del fracaso de su coalición en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. El candidato oficialista Crin Antonescu quedó fuera del balotaje, superado por el nacionalista de extrema derecha George Simion y el reformista proeuropeo Nicusor Dan.
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En conferencia de prensa, Ciolacu explicó que su dimisión busca asumir responsabilidades ante una derrota contundente. “En vez de esperar que el futuro presidente me reemplace, decidí dimitir yo mismo”, expresó tras una reunión en la sede del Partido Socialdemócrata (PSD). Su salida reconfigura el escenario político en un país atravesado por el descontento popular.
Las elecciones repetidas se celebraron tras la anulación del proceso anterior, cuestionado por presuntas irregularidades e interferencia extranjera. Ese fallo, sin precedentes en la historia reciente de Rumania, expuso la fragilidad institucional del país y alimentó el malestar social. La coalición gobernante —conformada por el PSD, el Partido Nacional Liberal y aliados menores— pierde así su última carta de unidad.
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La segunda vuelta presidencial, prevista para el 18 de mayo, enfrenta a dos modelos opuestos: Simion, líder de la ultranacionalista AUR, promete un giro conservador, mientras Dan, exactivista anticorrupción y alcalde de Bucarest, impulsa una agenda pro-UE. El PSD ya anticipó que no apoyará oficialmente a ningún candidato.
Rumania atraviesa su peor crisis política en décadas, en un contexto de inflación elevada, déficit fiscal y crecimiento estancado. La caída del oficialismo refleja un creciente rechazo a los partidos tradicionales y la consolidación de propuestas radicales que podrían alterar el rumbo geopolítico del país.
Fuente: AP
Foto: Andreea Alexandru – AP