La combinación de erosión, rebote isostático y colisiones tectónicas impulsa la elevación acelerada del Everest, revelando los secretos del crecimiento de las montañas en la Tierra.
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El Monte Everest, la montaña más alta del mundo, sigue creciendo. Recientes estudios revelan que su elevación está ocurriendo a una velocidad mayor que la de otras montañas del Himalaya, impulsada por una combinación de factores geológicos fascinantes. Desde la erosión y el rebote isostático hasta las colisiones tectónicas, el gigante de roca continúa transformándose.
Uno de los procesos más interesantes detrás del fenómeno es la isostasia, el principio que explica cómo los continentes flotan sobre el manto terrestre, similar a los icebergs en el agua. En el caso del Himalaya, la erosión acelerada causada por el río Arun, un afluente del Kosi, ha reducido significativamente la masa de la región, provocando un empuje isostático más fuerte bajo el Everest. Este fenómeno, combinado con los movimientos tectónicos, explica por qué el Everest y sus montañas vecinas, como el Lhotse y el Makalu, se elevan más rápidamente que otras partes de la cordillera.
Además, el estudio de Xu Han y su equipo destaca que la formación del Himalaya comenzó hace aproximadamente 55 millones de años con la colisión entre las placas tectónicas de la India y Asia. Este choque violento generó una monumental acumulación de sedimentos y rocas, creando la cordillera más alta del planeta, un proceso que continúa hasta el día de hoy.
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No obstante, las montañas enfrentan un enemigo implacable: la erosión. Aunque esta puede desencadenar el rebote isostático y contribuir al crecimiento, a lo largo de millones de años, los procesos erosivos –fluviales, eólicos y marinos– pueden reducir incluso las cordilleras más imponentes a simples colinas.
En contraste, fuerzas geológicas internas como las orogenias y el vulcanismo contrarrestan la erosión, asegurando que las montañas sigan creciendo. Es así como los Andes, los Alpes, los Pirineos y el Atlas, al igual que el Everest, son testigos vivientes de un planeta en constante cambio, moldeado por fuerzas titánicas que trabajan a lo largo de eones.
Fuente: Econews
Foto: Archivo