Argentina ha abrazado el enoturismo, fusionando placer, cultura y descanso. Aunque hay destinos vinícolas en todo el país, Mendoza se erige como el epicentro, albergando más del 80% de las bodegas nacionales.
En Mendoza, la visita a las bodegas va más allá de degustar vinos; se involucra con el terruño. Desde la viña, donde nace el vino, hasta la bodega, donde la vinificación cobra vida, la experiencia se vuelve educativa y apasionante.
La composición del suelo, la elección de variedades, el manejo y el riego son facetas cruciales del proceso. Las personas, desde enólogos hasta viticultores, aportan su toque único, convirtiéndose en parte fundamental del terruño.
MIRÁ TAMBIÉN | Seis restaurantes argentinos están entre los mejores de Latinoamérica
La visita culmina con degustaciones en bodega, acercando el proceso de vinificación al visitante. Las bodegas con restaurantes propios permiten experiencias gastronómicas maridadas con sus vinos, elevando la visita a un nivel completo.
Algunas bodegas ofrecen hospedaje, completando la experiencia. La privacidad, el diseño armonioso y la ubicación entre viñedos proporcionan momentos de relajación y contribuyen a la percepción general de los vinos
Fuente:Infobae