Una investigación dirigida por científicos de Cornell University demuestra que millones de fragmentos eyectados por impactos en la Luna terminan colisionando con la Tierra, reescribiendo la historia compartida del Sistema Solar.
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Cada cráter en la superficie lunar guarda una memoria intacta del pasado violento del Sistema Solar. Ahora, un estudio liderado por el investigador José Daniel Castro-Cisneros, de Cornell University (EE.UU.), aporta nueva luz sobre esa historia común al demostrar que una fracción significativa del material lunar expulsado durante grandes impactos llega a la Tierra, en una dinámica celeste que va más allá de lo anecdótico.
Utilizando el avanzado simulador REBOUND, el equipo trazó la trayectoria de millones de partículas lanzadas desde la Luna durante eventos de craterización. A diferencia de investigaciones previas, este modelo incorporó simultáneamente la gravedad terrestre y lunar para simular el movimiento de los fragmentos durante 100.000 años, mejorando considerablemente la precisión de los resultados.
Los datos revelaron que el 22,6 % de la eyección lunar impacta con nuestro planeta, y sorprendentemente, la mitad de esos eventos ocurre dentro de los primeros 10.000 años desde la expulsión. Además, se demostró que la mayoría de los fragmentos provienen de la cara oculta de la Luna, con trayectorias que los llevan a zonas ecuatoriales terrestres a velocidades de entre 11 y 13 km/s.
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La investigación, publicada por la universidad estadounidense, no solo revela cómo parte del polvo lunar termina en nuestro planeta, sino que también propone que algunos objetos cercanos a la Tierra —como el asteroide Kamo’oalewa— podrían ser antiguos fragmentos lunares. Estos hallazgos amplían el entendimiento sobre la migración natural de material entre cuerpos planetarios y abren una nueva vía para interpretar la evolución geológica y biológica terrestre.
Más allá de lo astronómico, el descubrimiento ofrece pistas clave para futuras misiones espaciales y para la búsqueda de rocas lunares sin necesidad de salir de nuestro planeta. Cada fragmento que cae sobre la Tierra no solo es evidencia de una conexión física con la Luna, sino una pieza del rompecabezas que reconstruye nuestro propio origen.
Fuente y foto: Infobae