Este martes, ante el Tribunal Oral Federal de Tucumán, una valiente testigo dio testimonio sobre el secuestro y desaparición de su esposo en 1977, en el marco del juicio de lesa humanidad conocido como «Jefatura III». Este juicio aborda crímenes perpetrados en perjuicio de 237 víctimas durante el Operativo Independencia y la dictadura militar instaurada en Argentina el 24 de marzo de 1976.
Elisa Solís, la segunda testigo en declarar, compartió ante los jueces Noel Costa, Jorge Basbus y Federico Bothamley lo que pudo saber sobre la desaparición de su esposo, Luís Alberto Sosa.
Sosa, un sociólogo al igual que Elisa, quien es trabajadora social jubilada, había sido activo en el partido Demócrata Cristiano en los años 60. Juntos, se dedicaron a ayudar en la construcción de viviendas en barrios pobres.
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El relato de Elisa sobre la fatídica noche del 21 de junio de 1977 es desgarrador. Mientras ella cocinaba papas fritas, su esposo, apodado cariñosamente Lucho, tomó las llaves del auto y dijo «voy y vuelvo». Esas fueron las últimas palabras que Elisa escuchó de él.
A pesar de la falta inicial de preocupación, Elisa comenzó la búsqueda cuando su esposo no regresó. Visitó comisarías, hospitales y presentó un hábeas corpus, pero su angustia aumentó cuando una bomba fue detonada en su casa al día siguiente.
Elisa compartió cómo, antes del secuestro, una amiga de la familia les advirtió sobre una lista en la que figuraba el nombre de Lucho, instándolos a abandonar el país. Esta advertencia, junto con el posterior hallazgo del auto de Luís en condiciones sospechosas, alimentó sus temores.
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La testigo también recordó una desgarradora visita a la Jefatura de Policía, donde se le entregaron las llaves del auto de Luís. A medida que observaba los relojes en una oficina, todos los cuales recordaban al que su esposo solía llevar, tomó conciencia del terrible destino que le había esperado.
El caso de Luís Alberto Sosa es parte de una larga lista de desaparecidos durante el régimen militar. Su nombre figuraba en un documento policial que indicaba su ejecución, decidida por la llamada ‘Comunidad Informativa de Inteligencia’.
El testimonio de Elisa Solís no solo arroja luz sobre la tragedia individual de su familia, sino que también destaca la brutalidad del régimen y la necesidad de justicia para todas las víctimas del terrorismo de Estado en Argentina.
Fuente: Télam