Este lunes 16 de junio se cumplen 70 años del bombardeo a Plaza de Mayo, un acto de violencia sin precedentes en la historia argentina. El ataque aéreo, perpetrado por sectores de la Armada y la Aviación Naval, intentó asesinar a Juan Domingo Perón y acabar con el peronismo.
El plan fracasó, pero dejó una marca indeleble: más de 300 muertos y unos 800 heridos, muchos de ellos civiles que se encontraban en la plaza o en sus alrededores. Entre las víctimas hubo mujeres, trabajadores, estudiantes e incluso niños.
La operación fue organizada por una coalición de fuerzas opositoras: militares, partidos conservadores, sectores de la UCR, la elite económica, la Iglesia y medios de comunicación, con apoyo de la embajada de Estados Unidos.
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Buscaban asesinar a Perón para provocar caos y derrocar al gobierno popular. La conspiración fue descubierta parcialmente gracias a una trabajadora doméstica que denunció los preparativos, aunque no se logró evitar el ataque.
La aviación rebelde bombardeó la Casa Rosada y zonas cercanas. Muchas bombas cayeron fuera de su blanco, como en Paseo Colón, donde explotó un trolebús lleno de pasajeros. Fue uno de los momentos más trágicos del siglo XX argentino.
El dirigente radical Miguel Ángel Zavala Ortiz y otros líderes del golpe huyeron a Montevideo. Uno de los cabecillas, el almirante Gargiulo, se suicidó. Otros volvieron como “libertadores” tras el golpe exitoso del 16 de septiembre.
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La construcción del olvido comenzó de inmediato. Diarios como Clarín y La Nación minimizaron las víctimas y destacaron los daños materiales. La historia oficial omitió la masacre civil, enfocándose en las iglesias quemadas esa misma noche.
Historiadores como Halperín Donghi y José Luis Romero narraron los hechos con fuerte sesgo ideológico, sin mencionar el número de muertos ni la brutalidad del ataque. La memoria colectiva fue distorsionada durante décadas.
El bombardeo del ‘55 fue el primer ataque aéreo contra población civil en América Latina. Su impunidad allanó el camino a nuevas violencias, que marcaron las décadas siguientes con proscripciones, persecuciones y terrorismo de Estado.
Setenta años después, el desconocimiento persiste. La historia oficial silenció la masacre y muchos argentinos ignoran que alguna vez se arrojaron bombas en pleno centro porteño, contra su propio pueblo, en nombre de la libertad.
Fuente: Páginas 12.