Lo que comenzó como una broma de póker terminó en una startup que recauda millones. Throne apuesta a revolucionar la salud intestinal con un dispositivo inteligente que se instala en el inodoro y analiza lo que dejas allí.
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En la era de los relojes que monitorean el sueño y las aplicaciones que miden cada paso, una nueva tecnología busca llevar el control de la salud a un terreno impensado: el inodoro. La startup texana Throne desarrolló un dispositivo con inteligencia artificial capaz de analizar desechos corporales y ofrecer diagnósticos preliminares sobre la salud intestinal y urinaria del usuario.
El artefacto, que se adhiere al costado de la taza del inodoro, emplea una cámara especialmente orientada para captar imágenes del contenido luego de usar el baño. Estas imágenes se procesan mediante un algoritmo entrenado por médicos, que clasifica los resultados en categorías digestivas como “duro”, “sano”, “suelto” o “líquido”, y también evalúa la hidratación según el color de la orina o incluso el flujo urinario.
Aunque puede parecer una ocurrencia absurda, la propuesta ya ha recaudado más de 4 millones de dólares y convencido a inversores como el exciclista Lance Armstrong, quien probó el prototipo en su propia casa. Throne se presenta como una herramienta especialmente útil para personas con enfermedades crónicas como Crohn, colitis ulcerosa o síndrome del intestino irritable, pero sus creadores afirman que podría ser beneficioso para cualquier persona que quiera hacer un seguimiento de su salud digestiva.
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El origen de Throne tiene un tono insólito: la idea surgió durante una partida de póker entre los fundadores Scott Hickle y Tim Blumberg. Lo que parecía solo un chiste evolucionó en una alternativa médica seria, validada por profesionales y universidades como las de Washington y Chicago. La compañía incluso incorporó a John Capodilupo, cocreador del reloj WHOOP, como jefe de producto.
Respecto a la privacidad, uno de los aspectos más delicados del proyecto, la empresa asegura que las imágenes se procesan automáticamente, se descartan si no pertenecen al contenido del inodoro y los datos se almacenan de manera anónima y cifrada. Además, el dispositivo permite crear perfiles separados en la app para quienes comparten baño y se conecta vía Bluetooth para identificar al usuario.
El producto, que puede reservarse por 399 dólares y se lanzará en enero de 2026, también tendrá un costo mensual de 5,99 dólares. Su versión final costará 499 dólares una vez concluida la fase beta.
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Pero mientras algunos lo ven como un hito en la prevención médica, otros cuestionan si este tipo de tecnologías no representan una nueva frontera en la invasión de la privacidad. ¿Estamos convirtiendo cada rincón del cuerpo humano en un gráfico?
Lo cierto es que, si esta innovación puede detectar precozmente un cáncer o una enfermedad crónica, quizás más de uno acepte que, en el futuro, el inodoro también tenga algo para decir sobre su salud.
Fuente y foto: DW