El hallazgo, publicado en Science Advances, revela una nueva categoría de explosiones cósmicas conocidas como “transitorios nucleares extremos”, que podrían redefinir la forma de detectar agujeros negros inactivos.
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Un grupo internacional de científicos ha logrado identificar tres agujeros negros supermasivos en el preciso momento en que devoraban estrellas masivas, generando un estallido de energía que supera a más de 100 supernovas. Los resultados del estudio fueron publicados este miércoles por la prestigiosa revista Science Advances, en un descubrimiento que podría transformar la manera en que comprendemos estos objetos celestes invisibles.
Los agujeros negros, por definición, no emiten luz, lo que dificulta su detección. Sin embargo, cuando una estrella se acerca lo suficiente, es atraída por su descomunal gravedad, generando una intensa radiación que ilumina temporalmente el entorno y revela su presencia. Según informó la NASA, la absorción de estas estrellas —de entre tres y diez veces la masa del Sol— produjo explosiones energéticas sin precedentes desde el Big Bang.
Los eventos fueron registrados en el centro de galaxias lejanas, y debido a su intensidad, fueron clasificados dentro de una nueva categoría astrofísica: los transitorios nucleares extremos. Este fenómeno permite iluminar agujeros negros que permanecen inactivos durante siglos, abriendo una ventana única al estudio del universo profundo.
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«Estos eventos son como una huella dactilar que nos dice que un agujero negro está allí», explicó Jason Hinkle, autor principal del estudio y estudiante de posgrado en la Universidad de Hawái. “La forma en que la luz en rayos X, ultravioleta y óptica se encendía y se atenuaba es inconfundible”.
Los científicos afirman que solo el 10 % de los agujeros negros primitivos están activamente alimentándose de gas o polvo, lo que limita su observación. Sin embargo, este nuevo tipo de transitorio extremo se convierte en una herramienta clave para rastrear agujeros negros invisibles en los confines del universo. Además, la luz que emiten, inicialmente ultravioleta, se desplaza hacia el infrarrojo a medida que el universo se expande, lo que la vuelve detectable desde telescopios terrestres.
“Estamos empujando los límites de los entornos más energéticos del universo”, señaló Anna Payne, coautora del estudio y científica del Instituto Científico del Telescopio Espacial. Según los expertos, estos hallazgos permitirán modelar futuros registros de este tipo de eventos cósmicos y comprender mejor la evolución de las galaxias anfitrionas.
Fuente y foto: DW