Aunque para la mayoría de las personas las cáscaras de pistacho terminan en la basura, para otros representan un verdadero “tesoro ecológico”. Su dureza, textura porosa y origen natural las convierten en un recurso útil para una amplia variedad de aplicaciones domésticas y sustentables. Desde el fondo de una maceta hasta un desodorizante casero, estos restos tienen más potencial del que imaginamos.
Uno de sus principales usos es en la jardinería: al colocarlas en el fondo de una maceta, mejoran el drenaje del agua sin compactar la tierra, ayudando a mantener raíces saludables. También pueden usarse como barrera natural contra plagas, ya que su olor resulta desagradable para ciertos insectos. Esta propiedad las convierte en aliadas silenciosas para el cuidado de plantas.
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En el hogar, las cáscaras también tienen su lugar. Dentro de pequeñas bolsitas de tela, pueden actuar como desodorizantes naturales, ideales para armarios, cajones o el interior de los zapatos. Además, si se combinan con un trapo viejo, su textura abrasiva permite crear un estropajo ecológico que limpia sin dañar superficies delicadas.
Los aficionados a las manualidades también las valoran. Pintadas o barnizadas, pueden utilizarse para crear mosaicos, adornos y otros objetos decorativos. Así, lo que parecía simple descarte se transforma en un material creativo para proyectos DIY.
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Más allá de su utilidad puntual, reaprovechar estas cáscaras fomenta hábitos sostenibles. Su reutilización ayuda a reducir los residuos orgánicos, promueve el reciclaje doméstico y demuestra que, a veces, la solución está en lo que solemos desechar.
Fuente: TyC Sports.