Las impactantes imágenes del Atlántico y el Pacífico «separados» tienen una explicación fascinante: un fenómeno natural único que desafía la imaginación y revela la complejidad de los mares.
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En internet circulan fotos que parecen mostrar al océano Atlántico y el Pacífico como dos enemigos enfrentados, sus aguas «separadas» sin mezclarse. Aunque la idea de esta división absoluta es un mito, la realidad detrás de este fenómeno es aún más extraordinaria y demuestra la riqueza de los procesos oceánicos.
El fenómeno que se observa, especialmente en el Golfo de Alaska, es causado por los llamados eddies, gigantescos remolinos oceánicos que alcanzan cientos de kilómetros de diámetro. Estos remolinos funcionan como motores naturales, moviendo corrientes y distribuyendo nutrientes y sedimentos. Cuando las aguas cargadas de sedimentos glaciales se encuentran con las aguas más profundas del océano, el contraste de colores —azul claro contra azul oscuro— crea la ilusión de una línea divisoria.
Kenneth W. Bruland, investigador de la Universidad de California, estudió este fenómeno hace más de una década. Sus hallazgos confirmaron que la interacción entre las corrientes, impulsada por los eddies, es lo que genera esta sorprendente frontera visual. Esto demuestra que no se trata de una separación, sino de una dinámica interacción entre masas de agua que revela la belleza y complejidad de los océanos.
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El lugar más conocido donde convergen el Atlántico y el Pacífico es el Cabo de Hornos, en el extremo sur de Chile. Aquí, en el Pasaje Drake, las aguas de ambos océanos se mezclan en un entorno de condiciones extremas. Las olas, que pueden superar los 18 metros, intensifican la interacción entre las corrientes y hacen de esta región un laboratorio natural para entender la dinámica oceánica.
Lejos de ser adversarios que se rehúsan a mezclarse, el Atlántico y el Pacífico son protagonistas de un espectáculo natural en el que las corrientes, los sedimentos y los colores se entrelazan para recordarnos cuán vivos y dinámicos son nuestros mares. Este fenómeno, visible desde Alaska hasta el sur de Chile, es una obra maestra de la naturaleza que invita a redescubrir la grandeza del océano.
Fuente y foto: Diario Uno