La leucemia linfocítica crónica, la más común en adultos, a menudo se descubre de forma casual y muchos pacientes pueden no requerir tratamiento de inmediato, o incluso nunca, gracias a su lento avance y a los avances médicos.
La leucemia linfocítica crónica (LLC), la forma más frecuente de leucemia en adultos, es a menudo descubierta durante exámenes de rutina debido a su progresión lenta y la falta de síntomas en sus etapas iniciales. Según especialistas, aunque el diagnóstico de leucemia puede generar preocupación, muchos pacientes con LLC pueden no necesitar tratamiento inmediato, y algunos incluso pueden no requerirlo nunca.
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El Dr. Augusto Miroli, hematólogo del Hospital Policial Churruca-Visca, explica que «alrededor de un tercio de los pacientes no necesitará tratamiento porque su enfermedad se mantendrá controlada y no progresará». Estos pacientes son monitoreados a través de un proceso llamado «vigilancia activa» o «espera en observación», con controles médicos periódicos para detectar cualquier cambio que requiera intervención.
A pesar de la naturaleza indolente de la LLC, el diagnóstico puede ser emocionalmente desafiante para los pacientes. Fernando Piotrowski, director ejecutivo de la Asociación Leucemia Mieloide Argentina (ALMA) y paciente de LLC, destaca la importancia de una comunicación clara entre médico y paciente para mitigar la ansiedad que provoca tener un cáncer y no recibir tratamiento inmediato. «Es fundamental que los pacientes entiendan que no hacer nada en este momento es a menudo lo mejor, pero deben mantenerse atentos a los controles médicos», afirma.
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Para aquellos que sí requieren tratamiento, los avances médicos han mejorado significativamente el pronóstico. Según el Dr. Miroli, «hoy existen terapias libres de quimioterapia que combinan medicamentos orales muy efectivos, con tratamientos que pueden durar uno o dos años y permiten a los pacientes llevar una vida casi normal».
En cuanto a los síntomas de la LLC, aunque muchos pacientes no presentan signos evidentes, es importante estar atentos a señales como fatiga, ganglios linfáticos inflamados, infecciones frecuentes, sudores nocturnos, hematomas inexplicables y dolor debajo de las costillas. Ante cualquier sospecha, es recomendable consultar a un médico.