La historia de Simone Biles, la superestrella de la gimnasia artística, cambió para siempre la forma en que se habla de salud mental en el deporte. Su retiro temporal por problemas psicológicos fue un llamado de atención global. El apoyo del psicólogo deportivo Robert Andrews fue crucial para su recuperación y posterior regreso a la élite, con un enfoque que privilegia el disfrute por encima del rendimiento.
Según Andrews, muchos deportistas sufren bloqueos mentales cuando el estrés supera su capacidad de tolerancia. A esto lo denominó “modelo de estrés de diátesis”, una condición que afecta tanto el entrenamiento como la competencia. En el caso de Biles, este desequilibrio la llevó a apartarse de los Juegos Olímpicos de Tokio 2021, generando un debate mundial sobre la presión en el alto rendimiento.
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“La clave es lograr que los atletas se reconecten con el placer por lo que hacen”, explicó Andrews en una entrevista con Relevo. Su método busca que la personalidad del deportista se exprese libremente en el ámbito competitivo, eliminando bloqueos mediante el goce y la autenticidad. En deportes como la gimnasia, esa libertad puede ser determinante para el rendimiento.
Biles logró volver a competir tras dos años de pausa, y su ejemplo abrió una puerta que hasta entonces permanecía cerrada. Desde entonces, muchos atletas comenzaron a solicitar ayuda profesional, normalizando el cuidado psicológico en contextos de alta presión. “Su historia les dio permiso a otros para pedir ayuda”, señaló Andrews.
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Este cambio de paradigma también pone en discusión la formación de atletas desde edades tempranas y la necesidad de acompañamiento emocional. Hoy, el bienestar mental es tan esencial como la nutrición o la preparación física. El mensaje es claro: si no hay disfrute, no hay verdadero rendimiento.
Fuente: Olé.