Nuevas investigaciones sugieren que podríamos repasar nuestros recuerdos antes de morir y que el dolor se reduce de manera natural.
El momento de la muerte ha intrigado a la humanidad durante siglos. Estudios recientes revelan que, contrario a lo que se creía, el cerebro no se apaga de inmediato cuando el corazón deja de latir.
Experimentos científicos registraron aumentos en la actividad de las ondas gamma en los primeros segundos tras el paro cardíaco. Estas ondas se asocian a recuerdos, concentración y sueños.
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Las llamadas experiencias cercanas a la muerte, como ver una luz o sentir paz, podrían explicarse por esta actividad cerebral. Hasta un 20% de quienes sobreviven a un paro cardíaco las reportan.
Investigaciones en la Universidad de Míchigan detectaron picos de actividad en la corteza somatosensorial, un área relacionada con los sueños y la conciencia, justo en los momentos finales.
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Respecto al dolor, los expertos creen que disminuye en el proceso de morir. El cuerpo libera sustancias que reducen la percepción del sufrimiento y promueven la tranquilidad.
Estos hallazgos abren nuevas preguntas éticas sobre la muerte y la conciencia, y subrayan la importancia de cuidar la dignidad en el final de la vida.
Con información de The Conversation.
Foto ilustrativa: Grok.