El ministro de Agricultura de Japón, Taku Eto, presentó su renuncia tras generar una fuerte indignación pública por declarar que “nunca había comprado arroz” porque lo recibía como regalo de sus partidarios. Esta frase fue considerada extremadamente inapropiada en un país donde el arroz no solo es un alimento básico, sino también un símbolo cultural y económico, especialmente en un contexto de precios récord y escasez.
Japón enfrenta su peor crisis del arroz en décadas, con un aumento del 55% en los precios durante los últimos dos años, debido a factores climáticos adversos, como olas de calor, tifones y terremotos, así como al incremento en los costos de fertilizantes y energía. Aunque el gobierno liberó reservas estratégicas para contener la crisis, los precios siguen altos y la distribución se ha vuelto opaca y problemática.
El primer ministro Shigeru Ishiba reconoció que el aumento del precio del arroz es “estructural” y no temporal, lo que agrava la situación. Frente a este escenario, la renuncia de Eto es la primera consecuencia política importante de la crisis.
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Para reemplazarlo, el gobierno designó a Shinjiro Koizumi, exministro de Medio Ambiente y hijo del ex primer ministro Junichiro Koizumi. El nuevo ministro prometió actuar con urgencia para estabilizar los precios y reformar la política arrocera, enfocándola más en los consumidores y menos en los poderosos grupos agrícolas. Koizumi también expresó empatía con los ciudadanos al mencionar que él mismo alimenta a sus hijos con arroz instantáneo envasado.
La crisis del arroz en Japón sigue siendo un desafío clave para el gobierno de Ishiba, que deberá encontrar soluciones rápidas para calmar el descontento social y asegurar el abastecimiento de este alimento vital.
Fuente: Infobae.