El epicentro del sismo, que causó 2.862 muertos y 2.562 heridos, según un último balance del lunes por la noche, se encuentra en una zona montañosa del Alto Atlas, donde los corrimientos de tierra dificultan aún más el acceso a los pueblos afectados.
La Cruz Roja solicitó más de 100 millones de dólares para poder atender las necesidades más apremiantes, que incluyen salud, agua, saneamiento e higiene.
Los equipos de rescate marroquíes, apoyados por delegaciones extranjeras, intentan acelerar la búsqueda de sobrevivientes y dar cobijo a cientos de familias que perdieron sus hogares.
Pero en algunas zonas aisladas, los residentes se quejan de no haber recibido ningún tipo de ayuda, reportó la agencia de noticias AFP.
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«Nos sentimos completamente abandonados, nadie ha venido a ayudarnos. Nuestras casas se derrumbaron y no tenemos adónde ir ¿Dónde va a vivir toda esta pobre gente?», se lamentò Khadija, residente de este pueblo de difícil acceso, tapándose la cara con su velo.
«El Estado no ha venido, no hemos visto a nadie. Después del terremoto, vinieron a contar el número de víctimas. Desde entonces, no queda ni uno. Ni protección civil, ni fuerzas de socorro. Nadie está aquí con nosotros», agregó Mouhamed Aitlkyd entre los escombros.
No obstante, periodistas de AFP constataron que helicópteros que van y vienen para entregar alimentos a los sobrevivientes en algunas de las pequeñas aldeas aisladas.
El jefe del gobierno marroquí, Aziz Akhannouch, presidió el lunes una reunión dedicada a la reconstrucción de las viviendas destruidas en las zonas siniestradas.
Telam