Radiotelescopios de última generación revelan un universo oculto lleno de estructuras circulares gigantescas, remanentes de supernovas y misteriosos objetos que podrían contener galaxias enteras.
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Más allá del cielo estrellado visible, existe un universo oculto que solo los radiotelescopios pueden captar. Y lo que los científicos están encontrando allí resulta tan fascinante como desconcertante: enormes estructuras circulares que jamás se habían observado en otras longitudes de onda.
Gracias al trabajo conjunto del radiotelescopio ASKAP, en Australia, y MeerKAT, en Sudáfrica, se está llevando adelante el Mapa Evolutivo del Universo (EMU), un ambicioso proyecto que busca cartografiar todo el cielo austral con una sensibilidad sin precedentes. Hasta ahora, este esfuerzo ha revelado un “universo de bajo brillo superficial” repleto de fenómenos que permanecían invisibles, incluyendo estrellas en sus últimos suspiros y extraños círculos cósmicos.
Uno de los hallazgos más impactantes es el remanente de supernova bautizado Teleios, del griego “perfección”, que brilla únicamente en frecuencias de radio. Su simetría casi perfecta es inusual, ya que la mayoría de estos restos estelares suelen estar distorsionados por explosiones irregulares o el entorno interestelar. Para los científicos, este objeto es una cápsula del tiempo que permite estudiar una explosión cósmica con precisión inédita. Sin embargo, su naturaleza aún plantea incógnitas, como la ausencia de rayos X esperados según los modelos teóricos.
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Otro descubrimiento llamativo son las estrellas Wolf-Rayet, gigantes que atraviesan su fase final perdiendo masa a gran velocidad. Una de ellas, WR16, muestra una envoltura circular bautizada Kýklos, apenas perceptible desde la Tierra pero intensamente brillante en su origen. Su observación es una rareza, ya que estas estrellas solo existen unos pocos millones de años, un suspiro a escala cósmica.
Pero quizás lo más misterioso de todo son los llamados Círculos Radioeléctricos Raros (ORC), detectados solo en longitudes de onda de radio. Uno de ellos, conocido como LMC-ORC, tiene un tamaño tan colosal que podría albergar galaxias enteras en su interior, superando hasta diez veces el ancho de la Vía Láctea. Aún no se sabe cómo se formaron ni qué los causa.
A pesar de lo mucho que ya se ha revelado, el proyecto EMU apenas lleva un 25% de avance. Según el equipo internacional liderado por el astrofísico Miroslav Filipović, lo que se ha descubierto hasta ahora es solo el comienzo. En las profundidades del espacio, hay miles de círculos más esperando ser encontrados.
Fuente y foto: DW