Aunque Alexei Navalny haya fallecido en circunstancias sospechosas, su llamado a la acción persiste, desafiando al régimen de Putin en las elecciones.
La muerte de Alexei Navalny en prisión, apenas un mes antes de las elecciones, pareció dar un respiro a Vladimir Putin. Sin embargo, el legado del disidente sigue representando una amenaza para el mandatario, incluso desde la tumba. Quince días antes de su fallecimiento, Navalny instó a sus seguidores a una protesta pacífica el día de las elecciones, desafiando al régimen.
El llamado del disidente a sus seguidores, conocido como «Mediodía con Putin», convocaba a concentraciones masivas en los centros de votación a las 12 del mediodía del día de las elecciones, como muestra de descontento con el proceso electoral. Navalny consideró que esta estrategia no infringía ninguna ley y desafiaba los operativos represivos del Kremlin.
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A pesar de la muerte de Navalny, su esposa, Yulia Navalnaya, ha continuado promoviendo la protesta, recibiendo un amplio respaldo. La convocatoria ha generado una respuesta masiva, evidenciada en las largas filas durante el funeral del disidente y en las vigilias en ciudades de todo el país.
Maxim Reznik, un opositor, señaló que «incluso muerto, Navalny está causando el máximo daño» a Putin, enfatizando la importancia de adherir a la convocatoria.
Las elecciones en Rusia se han visto envueltas en polémica, con el gobierno aplicando diversas estrategias para asegurar la victoria de Putin, desde la intimidación hasta la extorsión por votos positivos. A pesar de la falta de garantías democráticas, la oposición rusa está decidida a hacerse oír.
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Con casi todos los rivales de Putin bloqueados o eliminados, las elecciones ofrecen pocas opciones reales. La extensión de tres días de los comicios y la implementación del voto electrónico han generado preocupaciones sobre la manipulación del resultado.
A pesar de los desafíos, los rusos están decididos a no dejarse pisotear. Las filas en las urnas se han convertido en un símbolo de disidencia, una forma de expresar su posición cívica en un país cada vez más autoritario.
El legado de Navalny persiste como una fuerza desafiante contra el régimen de Putin, recordando a los ciudadanos rusos que su voz aún puede ser escuchada en medio de la represión.
Fuente: Infobae