Ese pequeño “toque” seco que sentimos al rozar a otra persona, abrir una puerta o acariciar a una mascota, especialmente en invierno, tiene explicación científica: se trata de una descarga de electricidad estática, provocada por un desequilibrio de cargas eléctricas que se resuelve al hacer contacto con otro cuerpo u objeto conductor.
Este tipo de electricidad se genera cuando dos superficies se frotan, transfiriendo electrones entre sí en lo que se conoce como efecto triboeléctrico. La acumulación de esta carga puede mantenerse en el cuerpo durante un tiempo, hasta que se libera al tocar algo metálico o una persona con diferente potencial. Aunque estas descargas pueden parecer intensas, no son peligrosas: el voltaje es alto (hasta 25.000 voltios), pero la energía es mínima.
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El fenómeno ocurre con más frecuencia en invierno porque el aire frío es seco, lo que impide que las cargas eléctricas se disipen. Además, los sistemas de calefacción reducen la humedad relativa, favoreciendo la acumulación de electricidad estática. Por el contrario, en verano el ambiente húmedo recubre las superficies con una capa microscópica de agua que ayuda a liberar estas cargas.
El tipo de ropa y calzado que usamos también influye: los tejidos sintéticos como el poliéster y el nylon, así como las suelas de goma, tienden a retener carga eléctrica. Al caminar sobre alfombras o frotarse contra prendas aislantes, la fricción incrementa la posibilidad de recibir una descarga. Es por eso que se recomienda usar ropa de algodón y zapatos con suelas de cuero para minimizar el efecto.
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Para evitar las descargas, los expertos sugieren aumentar la humedad en interiores con humidificadores, tocar superficies con un objeto metálico (como una llave) antes del contacto directo, y evitar el uso de materiales aislantes. En entornos industriales se utilizan pulseras antiestáticas y sistemas ionizadores, aunque en el día a día, el fenómeno no representa un riesgo real para la salud: es simplemente una chispa más.
Fuente: Infobae.
Foto: El Trece.