Un equipo de paleontólogos argentinos, británicos y chinos encontró los restos fósiles de Notobatrachus degiustoi, un renacuajo que revela información clave sobre la evolución de los anuros actuales.
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Paleontólogos han hecho un hallazgo excepcional en la Patagonia argentina: los restos fósiles del renacuajo más antiguo del mundo, perteneciente a la especie Notobatrachus degiustoi, que vivió hace aproximadamente 161 millones de años. Este descubrimiento, publicado en la revista Nature, aporta información crucial sobre la evolución de los anuros actuales, que incluyen ranas y sapos. Los restos fueron encontrados en la Formación La Matilde, en la provincia de Santa Cruz, mientras los investigadores buscaban fósiles de dinosaurios.
El renacuajo, que muestra un excelente estado de conservación, es considerado un ancestro de la rana criolla, que se encuentra en diversas provincias argentinas. Hasta el momento, solo se habían documentado fósiles de ranas adultas del Período Triásico Superior (hace unos 217-213 millones de años), y nunca se habían encontrado renacuajos anteriores al Cretácico (hace 145 millones de años).
Mariana Chuliver, bióloga de la Universidad Maimónides y primera autora del estudio, señaló que los restos permiten observar que características como el sistema de alimentación por filtración, presente en los renacuajos modernos, ya existían hace millones de años. «Este renacuajo era gigante, alcanzando casi 16 centímetros de longitud, lo que sugiere la existencia de ancestros gigantes de las actuales ranas y sapos, que convivieron con dinosaurios», explicó.
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El análisis reveló que el fósil presenta partes de la cabeza, el cuerpo y una extremidad anterior, lo que sugiere que el renacuajo estaba en las últimas etapas de su metamorfosis. “Sorprende por su buen estado de conservación”, añadió Chuliver, quien destacó que el clima de la Patagonia en ese tiempo era tropical, lo que favoreció la coexistencia de estos anfibios con diversos dinosaurios y mamíferos.
El descubrimiento es significativo no solo por su antigüedad, sino también porque plantea preguntas sobre la evolución de los anuros. «Desde que se conoce la especie Notobatrachus degiustoi, solo se habían encontrado ejemplares adultos. Este hallazgo nos permite conocer que este ancestro ya sufría una metamorfosis, y la similitud con los anuros actuales nos lleva a preguntarnos por qué no han cambiado en tantos millones de años», comentó el doctor Federico Agnolín, del Museo Argentino de Ciencias Naturales.
El equipo de investigación fue financiado por diversas instituciones, incluyendo la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica de Argentina y la Fundación Nacional de Ciencias Naturales de China. Chuliver expresó su satisfacción por los resultados y la importancia del trabajo en equipo, subrayando que la publicación en una revista de alto impacto como Nature refleja el desarrollo de la ciencia en Argentina.
Fuente: Infobae
Foto: Agencia SINCS