Durante el máximo solar, las tormentas geomagnéticas calientan la atmósfera terrestre, provocando que los satélites Starlink reingresen antes de tiempo. El fenómeno inquieta a investigadores por sus efectos ambientales y operativos.
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Con más de 7.000 satélites Starlink orbitando la Tierra, científicos han logrado estudiar por primera vez a gran escala un fenómeno espacial inesperado: el Sol está acelerando la destrucción de estos dispositivos. Según un reporte publicado por New Scientist, las tormentas solares que se intensifican durante el llamado “máximo solar” están causando que la atmósfera terrestre se expanda, lo que genera una mayor resistencia sobre los satélites en órbitas bajas.
Este fenómeno natural ocurre cada 11 años, y su punto más intenso se alcanzó a fines de 2024. En ese contexto, el físico espacial Denny Oliveira, del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA, explicó que “cuando hay tormentas geomagnéticas, los satélites reingresan más rápido de lo esperado”. El dato más impactante: la vida útil de algunos satélites puede reducirse hasta 10 días debido a la actividad solar extrema.
El caso de Starlink, el proyecto de megaconstelaciones de SpaceX, ofrece un escenario sin precedentes para observar estos efectos. Entre 2020 y 2024, se documentaron 523 reingresos de satélites de esta red. Solo durante una tormenta geomagnética reciente, 37 de ellos reingresaron en apenas cinco días, cuando el promedio habitual supera los 15.
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Si bien esta aceleración tiene el beneficio de remover más rápido satélites inactivos —reduciendo el riesgo de colisiones en órbita— también representa una amenaza para las operaciones en órbitas muy bajas (por debajo de los 400 km), donde estos aparatos podrían volverse inviables.
Además, surgen nuevas preocupaciones ambientales. Investigadores temen que el óxido de aluminio generado por la combustión de satélites al reingresar altere la química de la atmósfera. A esto se suma la posibilidad de que algunas piezas sobrevivan al reingreso. En agosto de 2024, una granja en Saskatchewan, Canadá, reportó el hallazgo de un fragmento de 2,5 kilos perteneciente a un satélite Starlink, en lo que fue el primer caso confirmado de este tipo.
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Samantha Lawler, astrónoma de la Universidad de Regina, alertó sobre las implicancias del hallazgo: “Este es el primer máximo solar que vivimos en la era de las megaconstelaciones, por lo tanto, es fundamental monitorear los efectos”. En regiones con geografía abierta, como Saskatchewan, es más fácil detectar estos restos. “Si encontramos una pieza aquí, ¿cuántas no hemos visto?”, se preguntó la científica.
El fenómeno no solo plantea interrogantes operativos y tecnológicos, sino también ambientales. A medida que las megaconstelaciones continúan expandiéndose, los expertos insisten en la necesidad urgente de monitorear sus impactos y adaptar las políticas de exploración espacial a una nueva era dominada por la actividad solar y la densidad satelital.
Fuente: DW
Foto: Archivo