Un agujero negro supermasivo, con una masa 400 millones de veces la del Sol, desafía los modelos actuales al permanecer inactivo en los primeros 800 millones de años tras el Big Bang.
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Un descubrimiento sin precedentes ha revelado un gigantesco agujero negro supermasivo que dormita en el universo primitivo. Captado por el telescopio espacial James Webb (JWST), este coloso inactivo, cuya masa equivale a 400 millones de veces la del Sol, ofrece nuevas pistas sobre el nacimiento y crecimiento de estos titanes cósmicos.
El hallazgo, publicado en la prestigiosa revista Nature, detalla cómo este agujero negro se encuentra en una galaxia que existió apenas 800 millones de años después del Big Bang. Su masa, que representa el 40% de la masa total de su galaxia anfitriona, desafía los modelos actuales que explican la formación de estos objetos. Según los investigadores, este gigante cósmico apenas está devorando gas, a una centésima parte del límite máximo teórico, lo que lo hace prácticamente invisible para los telescopios convencionales.
El autor principal del estudio, Ignas Juodžbalis, del Instituto Kavli de Cosmología de Cambridge, destacó que la inmensa masa gravitacional de este agujero negro permitió su detección, pese a la ausencia de un disco de acreción luminoso. “El universo primitivo produjo monstruos absolutos, incluso en galaxias relativamente pequeñas”, afirmó Juodžbalis, añadiendo que estos agujeros negros inactivos podrían ser más comunes de lo que se pensaba.
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Este descubrimiento también abre nuevas interrogantes sobre cómo los agujeros negros alcanzaron tamaños tan colosales en etapas tempranas del universo. Las simulaciones realizadas sugieren que estos cuerpos podrían experimentar breves períodos de crecimiento ultrarrápido, seguidos de largos períodos de inactividad. Este fenómeno, conocido como acreción de super-Eddington, permite que un agujero negro crezca de manera exponencial durante lapsos de entre 5 y 10 millones de años, antes de entrar en un estado de letargo de hasta 100 millones de años.
El telescopio James Webb, operando desde 2022, continúa ampliando los límites de nuestra comprensión del cosmos. Según los astrónomos, este hallazgo podría ser solo la punta del iceberg, ya que muchos otros agujeros negros inactivos podrían estar escondidos en el universo primitivo. “La gran mayoría de estos gigantes se encuentran en estado latente. Este es solo el comienzo de lo que podríamos descubrir”, concluyó el profesor Roberto Maiolino, coautor del estudio.
Fuente: Infobae
Foto: Infobae (Captura de pantalla)